domingo, 15 de enero de 2023

Por qué soy católico. Resumen final

 Resumen final

Cuando empecé esta serie pensé que la completaría en 2 o 3 semanas. Han pasado más de 6 meses. Ha sido un camino más largo y complicado de lo que pensaba: lecturas, preguntas, investigación, vueltas y vueltas a cómo enfocar cada entrada. Pero ya hemos llegado al final y creo que es conveniente hacer un resumen final de los argumentos utilizados en las 11 entradas de esta serie. No voy a reargumentar cada punto sino mi intención es dar una visión general del camino que he recorrido, con enlaces a las argumentaciones originales. Vamos allá.

El punto de partida es el hecho de que nacemos de una familia con una cultura y una religión. Si no hacemos nada, quizá mantengamos esa religión que nos dieron o, lo que es más probable en estos días, quizá nos gane la indiferencia. Pero cómo vivimos esta vida presente y cómo será nuestra vida tras la muerte depende totalmente de nuestra religión, luego es nuestro deber indagar un poco en las bases de nuestra vida religiosa. Yo nací católico, pero no soy católico por defecto, sino que he estudiado mi religión y estoy convencido que es la única religión verdadera. En estas entradas he estudiado y dado forma a este convencimiento. No es una disgresión teológica, sino una argumentación desde la base que debe tener todo católico, recibida en catequesis, en la práctica diaria, con lecturas, conversaciones y viendo charlas (hoy en día casi todas a través de Internet).

La idea conductora de mis reflexiones es que la religión católica tiene más sentido que cualquier otra. Tiene más sentido que exista un dios a que no exista y que haya un sólo dios a que haya varios. El Dios cristiano tiene más sentido que el musulmán y que la visión judía del mismo Dios. Y dentro del cristianismo, tiene más sentido la Iglesia católica que la ortodoxa o que las denominaciones protestantes. Veamos cada uno de estos puntos.

Tiene más sentido que exista dios a que no exista

No le veo ningún sentido al ateísmo y hay varias formas de argumentarlo. La primera es simplemente mirando a nuestro alrededor. Vemos agua, montañas, el cielo, las estrellas. Vemos flores, moscas, peces, gorriones, perros. Y vemos a otras personas. ¿De dónde sale todo esto? Fuera de la existencia de un dios creador no hay realmente una explicación. El big bang explica cómo se dispersa la materia, por qué existen estrellas y galaxias, y por qué existen los átomos que existen y en las proporciones que existen, pero no explica de dónde aparece esta materia. La teoría de la evolución explica cómo se desarrolla la vida, pero no de dónde aparece. Y nadie sabe de dónde aparece la consciencia y la inteligencia que caracteriza al hombre. 

La ciencia no tiene explicación sobre cómo aparece la materia. Aparece porque sí, sin causa alguna. La diferencia entre una piedra y un lirio es que, por casualidad las moléculas se organizan de tal manera que aparece una roca o, también por casualidad, de tal manera que aparece un ser viviente que puede reproducirse y evolucionar. Mucha casualidad. La diferencia entre un hombre y cualquier lombriz varía: cuando era niño era porque, otra vez casualidad, aparece la consciencia y la voluntad (en el “eslabón perdido”); ahora se favorece la idea de que la voluntad, la inteligencia y la consciencia no existen, sino que son interacciones mecánicas de los átomos que a nosotros nos aparece como ilusión de consciencia, voluntad, inteligencia. Estas explicaciones materialistas no tienen sentido alguno. Tiene mucho más sentido pensar que un dios creador ha creado la materia que vemos y palpamos, ha creado la vida y ha creado el hombre. Además, esto da mucho mas sentido a la materia, la vida y al hombre.

Una segunda argumentación se basa en la existencia de los milagros. Vamos a definir milagro como un suceso que todo el mundo acepta ha pasado pero para el que no hay explicación científica. Se suele argumentar que no hay explicación actual, pero puede haberla en el futuro. Pero los milagros que son señales de Dios, los aceptados por la Iglesia Católica, son tales que no hay posible explicación futura, pues son imposibles. Por ejemplo, el vino tiene más energía que el agua (el vino puede arder, el agua, no), Luego para convertir agua en vino hay que darle esa energía. Alguien calculó la energía necesaria para convertir el agua en vino en las bodas de Caná y demostró que era imposible que un proceso natural diera lugar a esa conversión. Y lo mismo podemos decir del milagro del cojo de Calanda, al que le creció instantáneamente un pierna que le había sido amputada. O los milagros son sucesos sobrenaturales, o no podemos entender la naturaleza y por lo tanto no hay base para la ciencia. Tiene mucho más sentido pensar que los milagros son obra de un dios, y por lo tanto demostración de su existencia.

Una tercera familia de argumentaciones de la existencia de dios tienen base en la metafísica, que estudia lo que está más allá de la naturaleza (de la física). Una primera cosa que nos enseña la metafísica es que un dios no puede ser material, sino puramente espiritual y debe existir fuera del espacio y del tiempo. 

Hay muchas demostraciones metafísicas de la existencia de dios, pero nos centramos en dos: la causa primera y el fundamento del bien. Empecemos por la causa primera. Si hay un cambio, es porque algo ha causado ese cambio. Y ese algo es a su vez un cambio que ha tenido que ser causado por otro cambio, y así. Por ejemplo, me he mojado porque ha empezado a llover. Pero ha empezado a llover porque se ha enfriado la atmósfera. Y se ha enfriado la atmósfera porque… Esta cadena causal no puede extenderse infinitamente, luego debe haber una causa primera que cambia a las cosas sin cambiar ella. Eso es lo que llamamos dios.

Vayamos con el fundamento del bien. ¿Existe el bien o es pura cuestión de convenio? Por ejemplo, ¿la violación es mala por convenio? Porque si es así, por otro convenio la violación puede convertirse en algo bueno, es sólo cuestión de plantearlo. Este tipo de pensamiento en el fondo nos repugna. Luego hay un bien absoluto. ¿En qué se basa este bien absoluto? No puede ser en el hombre, pues sería un convenio, luego ha de ser de algo que trasciende al hombre. Debe venir de dios.

Una pega que los ateos suelen poner a la existencia de dios es la siguiente: ¿cómo puede existir un dios todopoderoso y bondadoso que permita el mal y el sufrimiento en el mundo? Esto se pude dividir en dos cuestiones: ¿Cómo puede dios permitir que algunos hombres hagan daño a otros? Y ¿cómo puede  permitir dios que haya sufrimiento por enfermedades, catástrofes naturales y similares?

La cuestión del mal se contesta fácilmente: el mal es consustancial a nuestra libertad. Si tiramos una piedra a otra persona el mal no está en si acertamos, sino en que hemos tenido la intención de tirarle una piedra. La única manera que tiene dios de evitar este mal es impedir que tengamos la intención de hacerlo. Es decir, es limitar nuestra libertad. Si dios nos ha hecho libres, el mal es una posibilidad.

En cuanto al problema del sufrimiento, Sto. Tomás de Aquino lo declaraba un misterio, pero argumentaba que tiene que ser porque de este dolor puede salir un bien mayor que el sufrimiento soportado. Y esto es algo  que se ajusta a nuestra experiencia: en los momentos duros, de sufrimiento y dolor, es cuando hemos crecido más de lo que pensábamos posible, cuando nos hemos fortalecido. Dios nos manda estas pruebas para que podamos crecer y hacernos mejores. 

Luego ni la existencia del mal ni la del sufrimiento son obstáculo a la existencia de un dios. Es más, la existencia de dios da sentido al sufrimiento y nos permite este crecimiento. El sufrimiento sin sentido es aniquilador. Es dios el que le da un sentido que nos hace crecer.

Una vez establecido que tiene más sentido que exista un dios a que no exista, pasemos a la cuestión de cuántos dioses hay. Esto está muy relacionado con el concepto de dios que tengamos. Si tenemos un concepto similar al de los griegos y romanos, cuyos dioses más parecen lo que hoy llamamos superhéroes, no hay problema en que haya varios. Pero si consideramos que Dios es el creador, todopoderoso, la fuente de la bondad y de la justicia, no puede haber más que uno. Por ejemplo, la única manera que hubiera dos dioses todopoderosos es que estuvieran siempre absolutamente de acuerdo en todo lo que hacen.  Y lo mismo pasaría con la idea de dios fuente de la justicia: tienen que tener ambos siempre exactamente el mismo concepto de lo que es justo.  Es decir, tendrían que ser absolutamente idénticos. Y eso quiere decir que son un sólo dios.

Ya establecido que lo que tiene sentido es que haya un solo Dios, comparemos las tres grandes religiones monoteístas.

Expuse dos razones por la cual el cristianismo tiene más sentido que el islam: una es el concepto de dios que se tiene en el islam.  La diferencia esencial es que Jesucristo es un ser que ama de forma incondicional, imparcial y universal, mientras que el amor de Allah es parcial y condicional, debes ganártelo. Y no es universal, pues no ama a los pecadores. Este concepto de Dios que nos mostró Jesucristo es superior, y tiene más sentido, al concepto de Allah que aparece en el Corán.  La segunda razón se basa en cómo se difundieron ambas religiones tal y como explica Sto. Tomás de Aquino en su Summa contra Gentiles: la difusión de la religión católica, predicha por los profetas, hecha por gente inculta, entre peligros y persecuciones, sin prometer nada en este mundo ni de este mundo, es de inspiración divina, mientras que el del Islam, que no fue predicha, hecha esencialmente por las armas y que promete placeres carnales en este mundo y en el otro, tiene una pinta mucho más humana.

La religión judía se refiere, obviamente al mismo Dios que el cristiano, pero son visiones diferentes, cuya diferencia se centra en si Jesucristo es o no Dios. Si leemos atentamente los Evangelios y mirando lo que Jesús dijo de sí mismo sólo tenemos tres opciones: (a) Jesús es quien dice ser, el Hijo de Dios; (b) Jesús es un demente, con delirios de ser Dios; o (c) Jesús es un embaucador, que engaña a sus seguidores. No hay otra opción. Y analizando las tres, vemos que la única que tiene sentido es que Jesucristo sea el Hijo de Dios. Un embaucador no se somete a una muerte de cruz, cuando le era fácil escaparse de ella. Y un demente no hace milagros, reconocidos incluso por sus enemigos. Lo que tiene más sentido es que Jesucristo es el Hijo de Dios, y por lo tanto tiene más sentido la visión cristiana de Dios, y el cristianismo, que la visión judía, y el judaísmo.

Y ya dentro del cristianismo, hemos de comparar la religión católica con la ortodoxa y la protestante.

Hay muy poca diferencia entre el catolicismo y los ortodoxos: su separación tiene más parecido a una trifulca familiar que a diferencias doctrinales esenciales. Pero la Iglesia católica tiene más sentido porque es universal, mientras que las Iglesias ortodoxas son nacionales: uno es católico “sin apellidos”, pero no ortodoxo “sin apellidos”, sino que es ortodoxo griego u ortodoxo ruso, u ortodoxo ucraniano, etc. Las dificultades de esta nacionalización de la religión se ha hecho muy cara en estos momentos con la guerra rusa-ucraniana.

Las diferencias doctrinales y de liturgia entre la Iglesia Católica y las denominaciones protestantes son mucho mayores y se las puede comparar de muchas maneras. Pero me es difícil establecer que una doctrina tiene más sentido que la otra, por lo tanto usemos otros dos argumentos para establecer cuál tiene más sentido. Uno de ellos es la justificación que dan los protestantes de su revuelta y separación. Claman que la verdadera Iglesia de Cristo desapareció en el S. II, “secuestrada” por papas y obispos, y que Lutero Calvino y demás reformadores la “rescataron” en el S. XVI. Pero estudio tras estudio, incluso de devotos protestantes (en el momento), como Peter Kreeft, muestran que es al revés: es la Iglesia católica la que es la fiel seguidora de la Iglesia desde sus orígenes. Los sacramentos, la sucesión apostólica, la liturgia, etc. de la Iglesia primitiva, tal y como lo recogen, por ejemplo, los Padres de la Iglesia, es esencialmente la que tenemos en la Iglesia católica (y ortodoxa) hoy en día. Luego la base fundacional del protestantismo es falsa. 

El segundo argumento son las diferencias de doctrina que se observan en las diferentes denominaciones y los cambios doctrinales que han ido siguiendo, sobre todo en las últimas décadas, para estar a la par del Mundo Moderno.  Dios está fuera del tiempo, como nos dice la metafísica, luego es inmutable. Y su doctrina también. Una iglesia con cambios doctrinales no puede ser la Iglesia de Cristo. Por lo tanto tiene mucho más sentido la Iglesia católica que las denominaciones protestantes.

Conclusión

Esta entrada contiene un breve resumen recorrido en las 11 entradas de esta serie. Lo que tiene sentido es que exista un dios, y que sea único. De los dioses de las religiones monoteístas el Dios cristiano es el que tiene más sentido. Y de las religiones cristianas, la católica. Esto no es una “gran demostración” irrebatible, sino una reflexión personal, pero que a mí me da la seguridad de estar en la Única Iglesia Verdadera. Y que me incita a obedecerla sin reservas para así avanzar en el camino de mi salvación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario