La existencia de dios es un tema muy complejo y del que se ha escrito muchísimo. Probablemente se puede montar una biblioteca mediana con los libros que hay sobre este tema. Mi intención no es hacer un resumen de lo que he leído de la existencia de dios, ni una recopilación de los argumentos a favor y en contra, sino explicar por qué yo le veo mucho más sentido a que exista un dios que a que no exista. Aún así, es una cuestión extensa y una entrada no va a bastar: van a ser al menos tres.
Si alguien quiere profundizar más, recomiendo dos libros. El primero es ¿Dios existe? de Dante A. Urbina, un libro en español que es simple y claro. El segundo está en inglés: Five proofs of the existence of God, de Edward Feser. Trata la cuestión de forma profunda y rigurosa. Detalla cinco pruebas de la existencia de Dios que se han desarrollado a lo largo de la historia, desde Aristóteles a Leibniz, explicando los argumentos, y exponiendo y refutando las objeciones habituales a los mismos. Aunque no es imprescindible tener conocimientos básicos de metafísica, sin ellos la lectura es muy dura.
Hay materia
Todo el mundo ha oído hablar del Big Bang: es la teoría que mejor explica el nacimiento del universo. Pero hasta finales de los 1960, esta teoría coexistió con otra, la del estado estable, que proponía que el universo siempre había presentado el mismo aspecto. Como el universo se expande, un estado estable implica que se tiene que ir creando materia de forma continua: de tanto en cuanto tiene que aparecer espontáneamente, de la nada, un átomo de hidrógeno –el átomo más simple que hay–. Y esta aparición espontánea de materia fue el punto principal de ataque a esta teoría por los defensores del Big Bang. La ironía de esta objeción no se le escapó al principal defensor de esta teoría, el afamado astrónomo británico Fred Hoyle: aquellos a los que les parecía inconcebible que apareciera de la nada, de tanto en cuanto, un simple átomo de hidrógeno, no tenían ningún problema en aceptar la aparición de la nada, en el inicio, no de un simple átomo sino de toda la materia del universo.
Mira a tu alrededor: animales, plantas, tierra, mar, aire, nubes, estrellas. ¿Todo esto apareció de la nada? Es decir, existe, pero no hay causa alguna para su existencia. ¿Cómo puede ser eso? Materia que existe porque sí, sin motivo ni explicación alguno: no había nada, y de repente, sin nada que lo provocase, hubo una explosión y apareció el universo. Cuando intento pensar en ello mi cerebro se rebela. No tengo palabras para exponer lo inconcebible que me parece esta situación. Tiene mucho más sentido pensar en un dios que crea el universo que en un universo que aparece de la nada.
Hay vida
Pero hay gente mucho más inteligente que yo que no tiene problemas en aceptar la aparición espontánea del universo. Por lo tanto, postulemos que existe la posibilidad de que el Big Bang apareciera sin causa y de la nada. ¿Cómo explicamos la vida?¿Y cómo explicamos los lirios del campo, que ni cosen ni hilan, pero que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos?¿Y cómo explicamos el hombre, inteligente y con consciencia de sí mismo?
La respuesta que se da en el supuesto que ningún dios existe es que al azar los átomos se encuentran y se convierten en compuestos químicos cada vez más complejos. Más adelante, una reacción al azar de estos compuestos químicos se convierten en un organismo vivo y después, mediante la evolución, cambios al azar en compuestos químicos de los organismos sobreviven y se transmiten si dan lugar a organismos mejor adaptados a su entorno. Se consigue así que aparezcan organismos cada vez más complejos y “avanzados”. Uno de estos cambios fue tal que dio lugar a un ser inteligente y consciente de sí mismo. Es decir, el hombre.
Hay alguna evidencia que soporta este argumento. Por ejemplo, se ha conseguido en el laboratorio crear aminoácidos, que son los bloques fundamentales que forman las proteínas, a partir de compuestos químicos simples, que se supone existían en la Tierra primigenia, y energía en forma de descargas eléctricas, es decir, rayos. Pero nunca se ha conseguido crear un organismo vivo a partir de interacciones al azar. Y se ha intentado. El hecho de que más de una vez se ha lanzado la conjetura de que la vida llegó a la Tierra desde el espacio sobre un meteorito o un cometa me hace pensar que no se considera posible crear vida mediante reacciones al azar. Naturalmente, esta conjetura espacial no soluciona nada y sólo empuja el problema, alejándolo: ¿cómo llegó la vida al cometa?
Aceptemos de todas formas que apareciera la vida. Los seres vivos, mediante mutaciones al azar, van diversificándose y convirtiéndose en más complejos y adaptados al entorno. Es la teoría de la evolución. Una teoría fundamental para entender los cambios biológicos en la Tierra. Explica muchas cosas, pero no lo explica todo. Existe una excelente entrada en el blog de Fred Reed en donde se exponen varios problemas serios de la teoría estándar de la evolución. Pero digamos que explica lo suficiente.
Evolucionando, evolucionando, llegamos al homínido que se convierte en hombre, es decir, que adquiere inteligencia, voluntad y consciencia de sí mismo. ¿Cómo pasó esto? No se sabe. Es más, cuando se intenta encontrar la inteligencia y voluntad en el cerebro –normalmente a través de resonancias magnéticas funcionales (fMRI)– no encuentran nada. Y así encontramos noticias del estilo “Científicos demuestran que no existe la voluntad”. Es otra gran ironía: usando inteligencia y voluntad se hace un estudio cuya conclusión es que no existe ni la inteligencia ni la voluntad.
Incluso hay problemas teóricos. En su libro Uncertainty W.M. Briggs explica cómo la inducción, la obtención de reglas generales a partir de casos particulares, que es la forma principal de aprendizaje abstracto, no es mecanizable, es decir, no puede ser consecuencia de un proceso neurológico. En otras palabras, no puede residir en el cerebro. ¿Cómo creamos entonces las leyes que son el fundamento de la física y las ciencias?
Resumiendo. Suponiendo que no existe un dios, podemos explicar razonablemente bien el camino desde el inicio de los tiempos hasta la actualidad con la excepción de tres pasos: la aparición de la materia, la aparición de la vida y la aparición del hombre. Estos tres grandes hitos son misterios para los que no tenemos explicación, ni aproximada.
Uno podría argumentar que no tenemos explicación todavía. Pero al igual que cuando se buscan una llaves en el bolso, cuanto más se busca sin encontrarlas, más cierta parece la conclusión de que las llaves no están en el bolso. Si, a pesar de todos los esfuerzos, no hemos avanzado nada en estos tres misterios, quizá no haya explicación.
Si existe un dios todo queda más claro: podemos seguir aceptando todo lo que podemos explicar, pero es dios el que crea la materia, crea la vida y crea al hombre. Nótese que estos son los tres pasos trascendentes de todo el proceso: dios interviene explícitamente en los tres únicos pasos que redefinen la creación. O si se quiere, da respuesta a las tres preguntas trascendentales: ¿qué es la materia?, ¿qué es la vida? y ¿qué es el hombre? En todo lo demás también interviene, naturalmente, pero su intervención puede ser indirecta.
También es importante notar que no es que usemos a dios como comodín para explicar aquello que no podemos explicar de otra manera. Ya en el el relato de la creación del Génesis se muestra cómo Dios interviene en estros tres pasos, y en este mismo orden: primero crea la materia, después crea la vida, y finalmente crea al hombre. Primero vino el relato del Génesis –verdad revelada– y milenios después resulta que lo que hemos descubierto con el razonamiento científico encaja con este relato.
Mirando al mundo a nuestro alrededor, a las estrellas, a los seres vivos y al hombre, y estudiando cómo hemos llegado hasta aquí, tiene para mí mucho más sentido creer en la existencia de dios, que creer que no existe. Es más, la existencia de dios es precisamente la que da sentido a la materia, a la vida y al hombre. La creación da sentido al concepto de dios y dios da sentido al mundo.
Quizá no todo el mundo obtenga sentido de dios a partir de la creación. No importa, pues no es la única forma de llegar a la conclusión de que existe un dios. En la próxima entrada expondré mi forma favorita: los milagros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario