sábado, 26 de enero de 2019

Reflexión 4: la cruz de La Cruz

En mi parroquia usamos para las misas unas hojas publicadas por el Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona. En ella está la monición de entrada, moniciones previas a las lecturas, sugerencia de cantos y las preces. Preces que, por su estilo, me ponen de mal humor cada Domingo. Dos posibles preces (me las estoy inventando, pero son así, no las estoy exagerando):
  • Por los enfermos, para que mantengan el sosiego en su sufrimiento
  • Por los gobernantes, para que sus políticas no olviden a los pobres y necesitados.
Lo que me molesta es lo mundanas que son. Cada semana puede haber una más espiritual o cristiana (para rogar por los obispos y sacerdotes, por ejemplo), pero son la excepción. Hay un «roguemos al Señor» detrás, pero las preces en sí las podría asumir un ateo sin ningún problema. Son meras declaraciones de buenas intenciones.

Cuando me toca leerlas a mí (soy uno de los monitores en mi parroquia), las modifico un poco (con permiso del sacerdote). Por ejemplo, estas dos preces las convertiría en:
  • Por los enfermos, para que Dios derrame en ellos su gracia y así puedan mantener el sosiego en su sufrimiento
  • Por los gobernantes, para que el Señor les ilumine en sus políticas y no olviden a los pobres y necesitados.
Es decir, introduzco explícitamente que estamos pidiendo a Dios que intervenga sobrenaturalmente en nuestras vidas, para así cambiar este mundo y acercarlo a su Reino. Pero conozco gente a quién no le gusta rezar así a Dios. «Dios no está para estas cosas», me dicen. Sospecho que los que hacen las preces en el Centre de Pastoral Litúrgica piensan así. Pero yo, al leer los Evangelios, veo otras cosas. Por ejemplo,  Mt 10: 29-30: «¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.» Dios está muy presente siempre. Por lo tanto, sin olvidarnos de trabajar para ello, hay que pedir para todo lo que nos parezca importante.

¿Pero por qué hay gente que no quiere pedir cosas concretas a Dios? He llegado a la conclusión que realmente no lo quieren cerca. Quieren que nos mande un manto de bondad, pero que después nos deje las cosas a nosotros. ¿Y por que no lo quieren cerca? Porque si Dios está cerca, la Cruz también lo está. Y no la queremos. Queremos la bondad sin el sufrimiento necesario para conseguirla. Ya lo dijo el Venerable Fulton Sheen en el prefacio de su Vida de Cristo: «El mundo moderno, que niega la culpa personal y admite sólo crímenes sociales, en donde no tiene cabida el arrepentimiento personal sino sólo reformas públicas, ha divorciado a Cristo de su Cruz», y más adelante «La civilización occidental post Cristiana ha escogido a Cristo sin su Cruz» (recomiendo leer el fragmento completo (en inglés)).

El Reino de Dios y la Cruz están unidos y no se pueden desligar. Si queremos a Cristo, pero sin la Cruz, acabas rechazando ambas. Alejándote de Dios, incluso cuando haces peticiones.