martes, 12 de marzo de 2019

Reflexión 5: ¿Qué es ser bueno? (3/3)

Acabamos aquí el recorrido por lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio sobre los mandamientos.  Es un resumen del Compendio. Puede servir como una primera introducción, pero la lectura del Compendio y el Catecismo es obligatoria para un católico.

Lo que escribo viene casi directamente del Compendio. Lo que es de mi cosecha está indicado y va entre paréntesis y en cursiva.

Veamos los cinco últimos Mandamientos


Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros.

Este Mandamiento regula la relación entre sexos.  Hay chicos y chicas, ambos son Hijos de Dios y son igualmente amados por Dios, pero no son iguales.  Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad del sexo.

La castidad es una virtud moral que consiste en integrar positivamente la sexualidad en la persona y en la relación entre personas.  Supone la adquisición del dominio de sí mismo y esta difícil virtud la conseguimos con los sacramentos, la oración, el ejercicio de las virtudes morales, en particular con la templanza que busca que la razón sea la guía de las pasiones. 

Se puede ser casto en la virginidad, en el celibato consagrado y también en el matrimonio, controlando las pasiones con la razón en la entrega al cónyuge. 

Son pecados graves contra este Mandamiento el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía y los actos homosexuales. Si se cometen con menores, es un atentado aún más grave contra la moral.

En la castidad conyugal, los bienes del amor conyugal son la unidad, la fidelidad (también de pensamiento), la indisolubilidad y la apertura a la fecundidad, pues un hijo es un don 
de Dios, un regalo del Señor y no un derecho de los esposos.

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Séptimo Mandamiento: No robarás.

(Este Mandamiento es una de las bases fundamentales de la doctrina social de la Iglesia. El Catecismo y Compendio dedica una amplio apartado a las relaciones laborales, no los voy a tratar aquí.)

Dios nos ha dado posesiones para que las usemos para el bien de los demás.  Tenemos derecho a ellas si las recibimos justamente y las dedicamos al bien común. (No son sólo posesiones materiales: hacer a alguien perder el tiempo también es robarle una posesión).

La finalidad de la propiedad privada es garantizar la libertad y la dignidad de cada persona, ayudándole a satisfacer las necesidades fundamentales propias, las de aquellos sobre los que tiene responsabilidad y también las de otros que viven en necesidad.

El Séptimo Mandamiento exige también el respeto a las promesas y contratos estipulados, la reparación de las injusticias cometidas, y el respeto a la integridad de la Creación. Nos obliga a usar con prudencia los recursos naturales y a ser benevolente con los animales, evitando tanto el desmedido amor hacia ellos como su utilización indiscriminada e innecesaria en experimentos.

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Octavo Mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás. 

Dios es La Verdad, por lo tanto ir en contra de La Verdad es ir contra Dios mismo.  El cristiano debe dar testimonio de la verdad evangélica en todos los campos de su actividad pública y privada; incluso en el sacrificio de la propia, si es necesario.

El Octavo Mandamiento prohíbe:
  • El falso testimonio, el perjurio y la mentira, cuya gravedad se mide según la naturaleza de la verdad que se deforma, de las circunstancias, de las intenciones del mentiroso y de los daños ocasionados a las víctimas.
  • El juicio temerario, la maledicencia, la difamación y la calumnia.
  • El halago, la adulación o la complacencia, sobre todo si se hace para conseguir alguna ventaja.
Este Mandamiento exige el respeto a la verdad en la comunicación y en la información; en la reserva de los secretos profesionales; y en el respeto a las confidencias hechas.

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(Los dos mandamientos que quedan parecen que no hacen falta ya que parecen repetir el Sexto y el Séptimo. No los repiten sino que los extienden: el Sexto y el Séptimo te hablan de lo que no tienes que hacer, el Noveno y el Décimo de lo que no tienes que pensar. El Sexto y el Séptimo tratan de la rectitud de acciones, el Noveno y el Décimo de la pureza de pensamientos, del corazón.)

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Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

La lucha contra los deseos desordenados del cuerpo ayuda a alcanzar la pureza de corazón, la pureza de intención, de mirada y de imaginación, es decir, con el pudor.

No hay que hacer exhibición del cuerpo: se debe vestir con comedimiento sin mostrar exceso de pierna o espalda (por no hablar de otras partes del cuerpo que deben ir siempre tapadas). Tampoco se debe uno vanagloriar de más músculos o piernas más bonitas. 

Tampoco hay que hablar de cuestiones escabrosas del otro sexo. Ni imaginarse estas cuestiones. Es verdad que a veces vienen imágenes y pensamientos involuntariamente. No es pecado siempre que los empujes lejos inmediatamente. Esto es difícil y se combate con la ayuda de Dios pedida en la oración.

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Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos.

El Séptimo Mandamiento nos prohibe robar.  El Décimo nos impide desear lo que tiene otro.  Nos prohíbe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de otros y la envidia, que consiste en la tristeza experimentada ante los bienes del prójimo.

En el fondo, este deseo desordenado nos impide poner a Dios ante todas las cosas y, por lo tanto, ser buenos seguidores de Cristo.

domingo, 3 de marzo de 2019

Reflexión 5: ¿Qué es ser bueno? (2/3)

Vayamos con los Mandamientos. Quiero ser breve, luego esto es un resumen del Compendio. Puede servir como una primera introducción, pero la lectura del Compendio y el Catecismo es obligatoria para un católico.

Lo que escribo viene casi directamente del Compendio. Lo que es de mi cosecha está indicado y va entre paréntesis y en cursiva.

Empecemos con los 5 primeros Mandamientos.

Primer mandamiento: Yo soy el señor tu Dios.  Amarás a Dios sobre todas las cosas.

La afirmación Yo soy el Señor tu Dios implica guardar y poner en práctica las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.  No creer firmemente en Dios va en contra del Primer Mandamiento; No aguardar la ayuda de Dios, por ejemplo no rezar, va en contra del Primer Mandamiento; La indiferencia, la ingratitud, la pereza espiritual, va en contra del Primer Mandamiento.

Dios es Verdad.  No amar la verdad, no buscarla, es ir contra el Primer Mandamiento (decir mentiras va contra el Octavo).  Por ejemplo, ser supersticioso va en contra del Primer Mandamiento (esto incluye ir a adivinos o espiritistas).  Querer el dinero, tus posesiones, tu posición social o ser estimado por tus amigos o familiares más que a Dios es ir contra el Primer Mandamiento.

(Mi resumen: Dudar de la existencia de Dios, de que te escucha y que te ayuda, no hacer lo que Dios quiere que hagas, o peor, hacer algo contrario a lo que Dios quiere que hagas por mantener la estima de los demás o por conseguir alguna ventaja laboral, social o de cualquier tipo, es pecar contra el Primer Mandamiento.)

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Segundo Mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano.

No uses el nombre de Dios en una imprecación.  Tampoco "hostia" que es Jesucristo presente en la Eucaristía.  Si lo haces blasfemando (Por ejemplo el tan horrible “Me cago en…”) es un pecado grave, incluso si sólo se piensa y no se llega a decir en voz alta.

Si haces alguna promesa en nombre de Dios, debes cumplirla.  No hacerlo es tomar su nombre en falso.  (Observación: puedes ser débil y no poder cunmplirla, pero no puedes olvidarte de ella o echarte atrás).

Tampoco jures en falso. Si juras en falso pones a Dios, que es la Verdad, como testigo de una mentira. Es mejor no jurar en absoluto.

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Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas.

Dios ha bendecido el Sábado (en el Antiguo Testamento) y el Domingo (en el Nuevo Testamento) y lo ha declarado sagrado. Se hace memoria que Dios descansó el séptimo día de la creación y de la Resurrección de Jesucristo, la Nueva Creación. Es el día del Señor.

Los Domingos y Fiestas de precepto son días que Dios nos da para que podamos dedicarlos a él, sin tener que pensar en el trabajo y otras obligaciones mundanas.  Santificamos estas fiestas, sobre todo
participando en Misa.  También santificamos las fiestas rezando un poco más que a diario, leyendo la Biblia o estando con la familia. El Compendio explícitamente indica que es un buen día para visitar a 
ancianos y enfermos.

(Mi resumen: No santificamos el Domingo si lo dedicamos a dormir, ir de compras, limpiar la casa o adelantar el trabajo.  Naturalmente que podemos dormir, comprar, limpiar y trabajar un poco, pero siempre que prioricemos ir a Misa, rezar, formarnos espiritualmente y estar más
con la familia. 
¿Y si el ir a un retiro nos aleja de la familia? Ahí entra la conciencia.)

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Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre.

Aunque habla de padres y madres, este mandamiento se refiere a la familia y a la autoridad.

La familia que sigue a Cristo es Iglesia Doméstica: una pequeña iglesia dentro de la gran Iglesia universal.  Cuidar esta pequeña iglesia es fundamental.  Hay que respetar a los padres, nunca
desobedecerles, gritarles o contestarles mal.  Tampoco hablar mal de ellos a nadie.  (Observación: Esto se extiende a hermanos, que también son parte de la familia.)  Así se colabora al crecimiento de la armonía y de la santidad de toda la familia.

Los padres, por su parte, son los primeros responsables de la educación de sus hijos y de anunciarles la fe. Son hijos suyos, pero también lo son de Dios. Hay que proveer a sus necesidades materiales 
(eso lo hacemos casi todos) y espirituales (esto lo tenemos mucho más dejado).

Este Mandamiento extiende la idea de padres a la autoridad.  Pero autoridad justa, que busca el interés de la comunidad antes que el propio.  Estas autoridades justas, desde los gobiernos a los policías y maestros, deben considerarse como representantes de Dios y hay que
colaborar lealmente con ellas.  Hay un límite: El ciudadano no debe en conciencia obedecer cuando las prescripciones de la autoridad civil se opongan a las exigencias del orden moral: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5, 29).

(Observación: Aunque no lo pone en el Compendio, en otros documentos de la Iglesia establece que la patria es como una madre y que tenemos el deber de respetarla y defenderla.)

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Quinto Mandamiento: No matarás.

(El Catecismo y el Compendio dedican mucho espacio a este mandamiento.  Tocan temas como el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, la guerra, los trasplantes… Como mi idea es que este texto sirva para saber cómo actuar en un entorno habitual, no voy a decir nada de algunas cuestiones como la guerra y la pena de muerte, y poco del aborto, la eutanasia y la defensa propia.  Los interesados pueden ampliar su conocimiento directamente del Catecismo.)

La vida humana es sagrada: es creada por Dios, desde el momento de la concepción, y permanece para siempre en una relación especial con el Creador.  Destruir a un ser humano inocente es, por ello,  un hecho de especial gravedad.

El Quinto Mandamiento prohibe:
  • El homicidio directo y voluntario y la cooperación al mismo;
  • El aborto directo, así como la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión;
  • La eutanasia directa, que consiste en poner término, con una acción o una omisión de lo necesario, a la vida de las personas discapacitadas, gravemente enfermas o próximas a la muerte;
  • El suicidio y la cooperación voluntaria al mismo.
Pero no sólo no podemos matar, sino que tampoco podemos dañar voluntariamente ni a otros ni a nosotros mismos.  Hemos de cuidar de la salud nuestra y de los demás: hemos de alimentarnos bien, no usar estupefacientes ni abusar del alcohol, el tabaco y los medicamentos.

Existe la defensa propia.  Pegar, o incluso matar, para defenderte a tí o a otro no es pecado.  Pero la fuerza que utilices para defenderte debe ser sólo la necesaria: si basta con sujetarlo, no le pegues.

(Mi resumen: este mandamiento es muy grave y complejo y requiere estudio y reflexión.  La vida empieza en la concepción.  No podemos matar a un inocente ni a nosotros mismos.  Es más debemos cuidar de la salud nuestra y de los demás: emborracharse, por ejemplo, va contra este mandamiento. Hay excepciones, como la guerra y la defensa propia, pero deben tratarse con mucho cuidado.)