viernes, 30 de junio de 2017

De "La fuerza del silencio" del cardenal Sarah

Estoy leyendo La fuerza del silencio del cardenal Robert Sarah y he encontrado este fragmento, que tengo que compartir.

223.- En Occidente la noción de sagrado sufre un maltrato especial. En los países que se pretenden laicos y emancipado de la religión y de Dios ya no hay un vínculo con lo sagrado. Existe cierta mentalidad secular que intenta liberarse de ello. Algunos teólogos afirman que, con su Encarnación, Cristo puso fin a la distinción entre lo sagrado y lo profano. Otros piensan que Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que la categoría de sagrado ha quedado superada. Por eso hay en la Iglesia quienes no logran desmarcarse del todo de una pastoral totalmente horizontal centrada en lo social y en la política. Esas afirmaciones y comportamientos contienen mucha ingenuidad y quizá también mucho orgullo.
224.- En junio de 2012, en su homilía de la fiesta del Corpus Christi, Benedicto XVI afirmaba solemnemente: «Él no ha abolido lo sagrado, sino que lo ha llevado a cumplimiento, inaugurando un nuevo culto, que sí es plenamente espiritual pero que, sin embargo, mientras estamos en camino en el tiempo, se sirve todavía de signos y ritos [...]. Gracias a Cristo, la sacralidad es más verdadera, más intensa y también más exigente».
Se trata de una cuestión muy grave, porque lo que está en juego es nuestra relación con Dios. Ante su grandeza, su majestad y su belleza, es posible no sentirse poseído por un gozoso y sagrado temor. Si la trascendencia divina no nos hace temblar, es porque hasta nuestra naturaleza humana está dañada. La ligereza, la debilidad y la vanidad de todos esos discursos que pretenden eludir lo sagrado me causan verdadero asombro. Los teólogos iluminados –por llamarlos de algún modo– deberían aprender en la escuela del pueblo de Dios. Hasta los fieles más sencillos saben que las realidades sagradas son uno de sus tesoros más preciados. Adivinan de un modo espontáneo que sólo se puede entrar en comunión con Dios con una actitud interior y exterior impregnada de sacralidad. El pueblo tiene razón: sería una arrogancia pretender acceder a Dios sin prescindir de una actitud profana y de un paganismo irreligioso y hedonista.
225.- En África tanto para el pueblo cristiano como para los creyentes de cualquier religión lo sagrado es una evidencia. El desprecio de esa sacralidad que tantos occidentales consideran una actitud infantil y supersticiosa manifiesta el engreimiento de los niños mimados. No me importa afirmar que los hombres de Iglesia que quieren alejarse de los sagrado hacen daño a la humanidad al privarla de la comunión de amor con Dios.
[...] 
 226.- Sin una humildad radical expresada en gestos de adoración y en los ritos sagrados no hay amistad posible con Dios.
El silencio manifiesta esa relación de un modo evidente. Para convertirse en silencio de comunión el verdadero silencio cristiano se hace antes silencio sagrado.