- Domingo de Pascua. Lectura de laudes: «El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en Él, reciben por su nombre el perdón de los pecados». Lectura de vísperas: «Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio»
- Martes de la octava de Pascua. Primera lectura: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados»
- Miércoles: Lectura de laudes: «Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre»
- Jueves. Primera lectura: «Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.» «Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades.» Evangelio: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos.» Lectura de laudes: «Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida.» Lectura de vísperas: «Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios.»
- Viernes. Lectura de laudes: «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados.»
Y se podrían añadir las múltiples veces en los que se habla de la salvación, que es en el fondo el perdón de los pecados.
Ver tan resaltado el perdón de los pecados me ha hecho reflexionar toda la semana. He llegado a la conclusión que pensar en la resurrección como en “esto no se acaba aquí” –que es en el fondo creer en la resurrección del cuerpo, de la vida como la conozco– es una visión terrenal. La visión verdadera, la sagrada, es que la resurrección es la resurrección del alma y el alma no se muere porque el corazón deje de latir o el cerebro deje de pensar. El alma se muere por el pecado. Y por eso el perdón de los pecados es lo que te lleva a la resurrección del alma.
Siguiendo con este razonamiento, llegas a la conclusión que si pecas mucho y sin arrepentimiento el alma se puede morir incluso si el cuerpo sigue vivo. Me acuerdo de un texto, creo que de S. Luis Gonzaga, que iba por este camino: si pecas y pecas y pecas sin arrepentirte nunca de tus pecados, puedes llegar a matar tu alma para siempre.
Conclusión: con la resurrección Jesús abrió el camino a la salvación, que es el camino del perdón de los pecados. Pero ese camino lo tienes que recorrer. Tienes que lanzarte a la misericordia de Dios (otra cosa que repiten machaconamente muchos santos), pedir perdón al Señor a todas horas, rezar mucho, confesarte frecuentemente, ir a misa al menos todos los Domingos, comulgar… Vamos, todas esas cosas que nos enseñaban cuando yo era pequeño (hace 50 años) y que, desgraciadamente, ya no se enseña.
Jesús nos ha salvado, pero no por ello la lucha espiritual ha terminado. Sigue y seguirá mientras el cuerpo aguante.