miércoles, 20 de diciembre de 2023

No es el Papa. Soy yo.

El papado de Francisco es controvertido. Eso lo sabemos todos. En particular en estos días tras la publicación de la declaración Fiducia Supplicans, sobre la bendición de parejas homosexuales o que conviven sin estar casados, ha habido una avalancha de escritos ya sea dando vivas o mostrando su desolación ante lo que hace el Vaticano. 

Yo estoy entre los desolados. Es duro luchar contra el Mundo, que empuja sin parar alejándote de tu salvación. Más duro es cuando no tienes apoyo desde la jerarquía. Y doble si los golpes vienen también de dentro. Te sientes como oveja sin pastor y con los lobos no sólo fuera, sino también dentro del redil.

Cuando esto pasa no hemos de olvidar que nuestra salvación no viene de Roma, sino del Cielo. Como ya escribí hace años, si Roma te confunde, no escuches. Pon los ojos en Jesucristo, no en el Papa. Esa es la primera parte, pero hay una segunda: los problemas no vienen de Roma, sino de todos nosotros. No es el Papa, soy yo.

Yo viví la muy católica España de los 60. Y el entusiasmo post concilio de los 70. Y el desmorone de los 80. Y la desolación actual. Mi observación es que una Iglesia sólida no se desmorona tan rápido. Luego lo que había en los 60 y 70 era buena pintura, pero con una base en mal estado. Y lo mismo con los papados. ¡Qué grandes papados con S. Juan Pablo II y Benedicto XVI! ¿Y 5 años después no queda nada? No eran tan grandes.

El poder de la Iglesia no viene de los papas y de los obispos. Viene de la santidad de sus fieles. Y no somos santos. Estamos muy lejos de ser santos. El Mundo ha seducido a los Obispos, pero también nos ha seducido a nosotros. Necesitamos la guía del Obispo, pero él necesita de nuestro apoyo y oraciones. Como dijo una vez San Josemaría Escrivá de Balaguer cuando algunos se le quejaron: “¿Que no tenéis buenos sacerdotes? Eso es que rezáis poco por ellos.”

Y por este camino van unas declaraciones recientes Cardenal Burke, que ha sido tan maltratado por Roma. Nos dice que el camino de la santidad es la respuesta a los problemas de la Iglesia.

Podríamos decir que en la Iglesia sólo ha habido un problema que se ha manifestado a lo largo de los siglos con diferentes síntomas. El problema es que nos hemos alejado de Dios. Nosotros. No el Papa, los obispos o los curas. Nosotros. Y por lo tanto la solución es evidente: hemos de volver a Dios. Nosotros. Es mucho más fácil si tenemos un papa, obispos y sacerdotes que nos acompañan y nos guían, pero no son estos los tiempos actuales. Lo tenemos que hacer heroicamente. Dios nos ha escogido uno a uno y nos ha puesto en este mundo para ser héroes. 

¿Y qué hemos de hacer? Pues lo que está prescrito para estas ocasiones: Oración, Sacramentos y Penitencia. Volver  los fundamentos: Ve a misa; confiésate a menudo; reza cada día, en particular por la Iglesia, el Papa y tu Obispo; ayuna y mortifícate; lee la Biblia cada día; estudia el catecismo. Quizá pienses que es una lista larga y no tienes tiempo para hacer todo esto. ¿Tienes algo más importante que hacer? ¿Hay algo más importante que salvar a la Iglesia? No hay nada más importante que puedas hacer. Quítate de la televisión, de YouTube, del móvil y verás que tienes tiempo. Quítate del sueño si es necesario. La Iglesia te necesita. A ti.

Y ten paciencia, que esto va para largo.

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