domingo, 13 de octubre de 2019

Método de meditación: ¿Qué otra cosa podría haber dicho?

Eso de la contemplación y la meditación nunca se me ha dado demasiado bien. Por ejemplo, si leo el Evangelio lo acepto factualmente: Jesús hizo esto o dijo aquello. Pues vale.  Quizá por eso me gusta más leer las epístolas de S. Pablo, donde se me explican las cosas. Y eso de preguntarte “que te está diciendo Jesús” se me antoja peligroso: es demasiado fácil, como ya avisaba S. Agustín, cambiar “lo que Jesús me dice” con “lo que a mí me gustaría que me estuviera diciendo”. Se me da mucho mejor recitar oraciones.

Pero hace no mucho se me ocurrió –o el Espíritu me reveló– un método de meditación que me está siendo útil. Quizá ya existía, pero no lo he visto descrito en ningún sitio. Podría titularse ¿Qué otra cosa podría haber dicho (y no ha dicho)?

Aunque sirve para casi cualquier texto e incluso los misterios del Rosario, lo más fácil es explicar el método para meditar las parábolas. Las parábolas son historias que Jesús se inventa y nos cuenta. Por lo tanto tiene control total sobre cada palabra y cada giro. Si dice las cosas de una manera o usa una determinada palabra es porque quería hacerlo así y de ninguna otra manera. Imaginarnos qué otras cosas podría haber dicho –y no ha dicho– es una manera útil de entrar en lo que quiere enseñarnos con la parábola.

Usemos la parábola de las 10 vírgenes (Mt. 25, 1–13). Se puede utilizar el método con cualquier frase, pero para ilustrarlo, me voy a fijar en 3. Empieza diciendo que había 10 vírgenes, 5 de ellas prudentes y 5 necias. ¿Por qué prudentes y necias? Lo de necias parece un poco fuerte ¿Por qué no las llamó despistadas o imprudentes? ¿Y por qué llamó a las otras 5 prudentes y no espabiladas o precavidas? ¿Cómo cambia la parábola si cambiamos los adjetivos que Jesús dio a las 10 vírgenes?

La segunda frase es la que más me llama la atención. Cuando llega el esposo y las necias piden aceite a las prudentes Jesús podría haber resuelto esta parte de la historia de muchas maneras: por ejemplo, las prudentes podrían haber dado aceite a las otras. Podrían haber dicho que el esposo ya estaba allí y no tenían tiempo para todo el trasvase; o que  para darles aceite tendrían que apagar sus lámparas y estaba todo muy oscuro; o simplemente que apenas tenían para ellas. Pero no, dicen una cosa muy rara: “Por si acaso no hay suficiente para nosotras y vosotras es mejor que vayáis a la tienda a comprarla”. A mí el “por si acaso” me tiene muy intrigado. Parece innecesario a la historia, pero ha elegido usar estas palabras, luego debe ser importante. ¿Qué importancia tiene?

Finalmente, cuando llega el esposo, Jesús tenía muchas variantes que podía haber elegido. Las necias podrían haber vuelto a tiempo o las prudentes rogar al esposo para que las esperara, que sólo habían ido un momento a la tienda.  Incluso una vez fuera, las podrían haber abierto después de hacerlas rogar un rato o decir que debían esperar en la oscuridad hasta el día siguiente. O no recibir respuesta a su llamada. Pero no, la manera que Jesús acaba la historia es con un duro “En verdad os digo que no os conozco”. Podía haber acabado la parábola de cualquier manera, ¿por qué así?

Pensar en las diferentes posibilidades es hasta divertido y pensar en por qué eligió esta y no otra es productivo. A menudo no sé por qué dijo algo, pero sí me deja claro lo que no dijo y lo que no debo sacar de la parábola, evitando así el peligro de poner en boca de Jesús lo que yo pienso.

Este método también se puede usar con cualquier otro texto del Evangelio, aunque hay que tener en cuenta que Jesús tiene control sobre sus acciones y lo que Él dice, pero no lo que hacen y dicen los otros. Y también sirve para la meditación y contemplación de los misterios del Rosario. Por ejemplo, ahora me tiene obsesionado el por qué Jesús nació en Belén. Belén no vuelve a salir en las Evangelios nunca más. ¿Por qué no nació en Nazaret, si total le iban a conocer como el Nazareno y hasta sus discípulos creían que era de Nazaret? (“dijo Natanael «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»” Jn. 1, 46).

Es un método sencillo, utilizable incluso por torpes como yo, que te permite sacar conclusiones de las  Escrituras y que evita el peligro de confundir tus ideas con las de Jesús. A mí me está siendo útil y espero que lo sea para otros.

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