Lo que escribo viene casi directamente del Compendio. Lo que es de mi cosecha está indicado y va entre paréntesis y en cursiva.
Veamos los cinco últimos Mandamientos
Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros.
Este Mandamiento regula la relación entre sexos. Hay chicos y chicas, ambos son Hijos de Dios y son igualmente amados por Dios, pero no son iguales. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad del sexo.
La castidad es una virtud moral que consiste en integrar positivamente la sexualidad en la persona y en la relación entre personas. Supone la adquisición del dominio de sí mismo y esta difícil virtud la conseguimos con los sacramentos, la oración, el ejercicio de las virtudes morales, en particular con la templanza que busca que la razón sea la guía de las pasiones.
Se puede ser casto en la virginidad, en el celibato consagrado y también en el matrimonio, controlando las pasiones con la razón en la entrega al cónyuge.
Son pecados graves contra este Mandamiento el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía y los actos homosexuales. Si se cometen con menores, es un atentado aún más grave contra la moral.
En la castidad conyugal, los bienes del amor conyugal son la unidad, la fidelidad (también de pensamiento), la indisolubilidad y la apertura a la fecundidad, pues un hijo es un don
de Dios, un regalo del Señor y no un derecho de los esposos.
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Séptimo Mandamiento: No robarás.
(Este Mandamiento es una de las bases fundamentales de la doctrina social de la Iglesia. El Catecismo y Compendio dedica una amplio apartado a las relaciones laborales, no los voy a tratar aquí.)
Dios nos ha dado posesiones para que las usemos para el bien de los demás. Tenemos derecho a ellas si las recibimos justamente y las dedicamos al bien común. (No son sólo posesiones materiales: hacer a alguien perder el tiempo también es robarle una posesión).
La finalidad de la propiedad privada es garantizar la libertad y la dignidad de cada persona, ayudándole a satisfacer las necesidades fundamentales propias, las de aquellos sobre los que tiene responsabilidad y también las de otros que viven en necesidad.
El Séptimo Mandamiento exige también el respeto a las promesas y contratos estipulados, la reparación de las injusticias cometidas, y el respeto a la integridad de la Creación. Nos obliga a usar con prudencia los recursos naturales y a ser benevolente con los animales, evitando tanto el desmedido amor hacia ellos como su utilización indiscriminada e innecesaria en experimentos.
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Octavo Mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás.
Dios es La Verdad, por lo tanto ir en contra de La Verdad es ir contra Dios mismo. El cristiano debe dar testimonio de la verdad evangélica en todos los campos de su actividad pública y privada; incluso en el sacrificio de la propia, si es necesario.
El Octavo Mandamiento prohíbe:
- El falso testimonio, el perjurio y la mentira, cuya gravedad se mide según la naturaleza de la verdad que se deforma, de las circunstancias, de las intenciones del mentiroso y de los daños ocasionados a las víctimas.
- El juicio temerario, la maledicencia, la difamación y la calumnia.
- El halago, la adulación o la complacencia, sobre todo si se hace para conseguir alguna ventaja.
Este Mandamiento exige el respeto a la verdad en la comunicación y en la información; en la reserva de los secretos profesionales; y en el respeto a las confidencias hechas.
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(Los dos mandamientos que quedan parecen que no hacen falta ya que parecen repetir el Sexto y el Séptimo. No los repiten sino que los extienden: el Sexto y el Séptimo te hablan de lo que no tienes que hacer, el Noveno y el Décimo de lo que no tienes que pensar. El Sexto y el Séptimo tratan de la rectitud de acciones, el Noveno y el Décimo de la pureza de pensamientos, del corazón.)
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Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
La lucha contra los deseos desordenados del cuerpo ayuda a alcanzar la pureza de corazón, la pureza de intención, de mirada y de imaginación, es decir, con el pudor.
No hay que hacer exhibición del cuerpo: se debe vestir con comedimiento sin mostrar exceso de pierna o espalda (por no hablar de otras partes del cuerpo que deben ir siempre tapadas). Tampoco se debe uno vanagloriar de más músculos o piernas más bonitas.
Tampoco hay que hablar de cuestiones escabrosas del otro sexo. Ni imaginarse estas cuestiones. Es verdad que a veces vienen imágenes y pensamientos involuntariamente. No es pecado siempre que los empujes lejos inmediatamente. Esto es difícil y se combate con la ayuda de Dios pedida en la oración.
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Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos.
El Séptimo Mandamiento nos prohibe robar. El Décimo nos impide desear lo que tiene otro. Nos prohíbe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de otros y la envidia, que consiste en la tristeza experimentada ante los bienes del prójimo.
En el fondo, este deseo desordenado nos impide poner a Dios ante todas las cosas y, por lo tanto, ser buenos seguidores de Cristo.
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