Lo que escribo viene casi directamente del Compendio. Lo que es de mi cosecha está indicado y va entre paréntesis y en cursiva.
Empecemos con los 5 primeros Mandamientos.
Primer mandamiento: Yo soy el señor tu Dios. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
La afirmación Yo soy el Señor tu Dios implica guardar y poner en práctica las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. No creer firmemente en Dios va en contra del Primer Mandamiento; No aguardar la ayuda de Dios, por ejemplo no rezar, va en contra del Primer Mandamiento; La indiferencia, la ingratitud, la pereza espiritual, va en contra del Primer Mandamiento.
Dios es Verdad. No amar la verdad, no buscarla, es ir contra el Primer Mandamiento (decir mentiras va contra el Octavo). Por ejemplo, ser supersticioso va en contra del Primer Mandamiento (esto incluye ir a adivinos o espiritistas). Querer el dinero, tus posesiones, tu posición social o ser estimado por tus amigos o familiares más que a Dios es ir contra el Primer Mandamiento.
(Mi resumen: Dudar de la existencia de Dios, de que te escucha y que te ayuda, no hacer lo que Dios quiere que hagas, o peor, hacer algo contrario a lo que Dios quiere que hagas por mantener la estima de los demás o por conseguir alguna ventaja laboral, social o de cualquier tipo, es pecar contra el Primer Mandamiento.)
________
Segundo Mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano.
No uses el nombre de Dios en una imprecación. Tampoco "hostia" que es Jesucristo presente en la Eucaristía. Si lo haces blasfemando (Por ejemplo el tan horrible “Me cago en…”) es un pecado grave, incluso si sólo se piensa y no se llega a decir en voz alta.
Si haces alguna promesa en nombre de Dios, debes cumplirla. No hacerlo es tomar su nombre en falso. (Observación: puedes ser débil y no poder cunmplirla, pero no puedes olvidarte de ella o echarte atrás).
Tampoco jures en falso. Si juras en falso pones a Dios, que es la Verdad, como testigo de una mentira. Es mejor no jurar en absoluto.
________
Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas.
Dios ha bendecido el Sábado (en el Antiguo Testamento) y el Domingo (en el Nuevo Testamento) y lo ha declarado sagrado. Se hace memoria que Dios descansó el séptimo día de la creación y de la Resurrección de Jesucristo, la Nueva Creación. Es el día del Señor.
Los Domingos y Fiestas de precepto son días que Dios nos da para que podamos dedicarlos a él, sin tener que pensar en el trabajo y otras obligaciones mundanas. Santificamos estas fiestas, sobre todo
participando en Misa. También santificamos las fiestas rezando un poco más que a diario, leyendo la Biblia o estando con la familia. El Compendio explícitamente indica que es un buen día para visitar a
ancianos y enfermos.
(Mi resumen: No santificamos el Domingo si lo dedicamos a dormir, ir de compras, limpiar la casa o adelantar el trabajo. Naturalmente que podemos dormir, comprar, limpiar y trabajar un poco, pero siempre que prioricemos ir a Misa, rezar, formarnos espiritualmente y estar más
con la familia.
¿Y si el ir a un retiro nos aleja de la familia? Ahí entra la conciencia.)
________
Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre.
Aunque habla de padres y madres, este mandamiento se refiere a la familia y a la autoridad.
La familia que sigue a Cristo es Iglesia Doméstica: una pequeña iglesia dentro de la gran Iglesia universal. Cuidar esta pequeña iglesia es fundamental. Hay que respetar a los padres, nunca
desobedecerles, gritarles o contestarles mal. Tampoco hablar mal de ellos a nadie. (Observación: Esto se extiende a hermanos, que también son parte de la familia.) Así se colabora al crecimiento de la armonía y de la santidad de toda la familia.
Los padres, por su parte, son los primeros responsables de la educación de sus hijos y de anunciarles la fe. Son hijos suyos, pero también lo son de Dios. Hay que proveer a sus necesidades materiales
(eso lo hacemos casi todos) y espirituales (esto lo tenemos mucho más dejado).
Este Mandamiento extiende la idea de padres a la autoridad. Pero autoridad justa, que busca el interés de la comunidad antes que el propio. Estas autoridades justas, desde los gobiernos a los policías y maestros, deben considerarse como representantes de Dios y hay que
colaborar lealmente con ellas. Hay un límite: El ciudadano no debe en conciencia obedecer cuando las prescripciones de la autoridad civil se opongan a las exigencias del orden moral: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5, 29).
(Observación: Aunque no lo pone en el Compendio, en otros documentos de la Iglesia establece que la patria es como una madre y que tenemos el deber de respetarla y defenderla.)
________
Quinto Mandamiento: No matarás.
(El Catecismo y el Compendio dedican mucho espacio a este mandamiento. Tocan temas como el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, la guerra, los trasplantes… Como mi idea es que este texto sirva para saber cómo actuar en un entorno habitual, no voy a decir nada de algunas cuestiones como la guerra y la pena de muerte, y poco del aborto, la eutanasia y la defensa propia. Los interesados pueden ampliar su conocimiento directamente del Catecismo.)
La vida humana es sagrada: es creada por Dios, desde el momento de la concepción, y permanece para siempre en una relación especial con el Creador. Destruir a un ser humano inocente es, por ello, un hecho de especial gravedad.
El Quinto Mandamiento prohibe:
- El homicidio directo y voluntario y la cooperación al mismo;
- El aborto directo, así como la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión;
- La eutanasia directa, que consiste en poner término, con una acción o una omisión de lo necesario, a la vida de las personas discapacitadas, gravemente enfermas o próximas a la muerte;
- El suicidio y la cooperación voluntaria al mismo.
Pero no sólo no podemos matar, sino que tampoco podemos dañar voluntariamente ni a otros ni a nosotros mismos. Hemos de cuidar de la salud nuestra y de los demás: hemos de alimentarnos bien, no usar estupefacientes ni abusar del alcohol, el tabaco y los medicamentos.
Existe la defensa propia. Pegar, o incluso matar, para defenderte a tí o a otro no es pecado. Pero la fuerza que utilices para defenderte debe ser sólo la necesaria: si basta con sujetarlo, no le pegues.
(Mi resumen: este mandamiento es muy grave y complejo y requiere estudio y reflexión. La vida empieza en la concepción. No podemos matar a un inocente ni a nosotros mismos. Es más debemos cuidar de la salud nuestra y de los demás: emborracharse, por ejemplo, va contra este mandamiento. Hay excepciones, como la guerra y la defensa propia, pero deben tratarse con mucho cuidado.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario