martes, 20 de marzo de 2018

¿Hola?¿Es el infierno?¿Hay alguien? - 1ª parte

Primera parte: ¿Existe el infierno?
Segunda parte: ¿Hay alguien en el infierno?
Tercera parte: La pedagogía del infierno

Mi agradecimiento a @Nour84_ por su ayuda en la redacción y documentación de este escrito. Si os gusta, es en buena parte debido a ella.

Prólogo

Desde hace décadas es inusual que se mencione el infierno en homilías o textos católicos.  Tanto es así que en un retiro al que asistí el adviento pasado uno de los presentes le preguntó al sacerdote agustino que nos daba el retiro si aún se pensaba que el infierno existía.  Como si el infierno fuese una cosa de esas de antes pero que ya hemos superado.  En esta entrada en tres partes vamos a demostrar desde una argumentación católica primero que el infierno existe, después que no está vacío, es decir que la condenación eterna es una posibilidad real para todos nosotros y finalmente vamos a explorar el valor pedagógico del infierno en la catequesis y doctrina católicas y cómo es una pérdida para nuestra vida que se haya dejado de hablar de él.

Como en esta entrada van a salir visiones de santos y apariciones de la Virgen, conviene tener claro la postura de la Iglesia en esta cuestión.  La Palabra de Dios es la Biblia y nada más.  No lo son las visiones que hayan tenido personas, aunque hayan sido declarados santos y sean venerados.  Lo mismo pasa con las apariciones de la Virgen.  Estas visiones y apariciones se consideran privadas y todo fiel puede creer en ellas o no, hacerles caso o no, tanto si han sido aceptadas por la Iglesia como si aún no se ha pronunciado sobre ellas (es un proceso complejo y concienzudo y puede llevar décadas aprobar una revelación).  Lo que sí es obligación de los fieles es rechazar todas aquellas visiones y apariciones que han sido declaradas falsas.  Personalmente, soy cauto con todas las apariciones y visiones hasta que hayan sido aprobadas.

Desgraciadamente no hay una «lista oficial» (o al menos yo no la he encontrado) de visiones y apariciones aprobadas y rechazadas por la Iglesia. Hay una lista no oficial que parece hecha con cuidado en la web de la Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, pero en general Internet es una fuente de confusión.  Si una revelación a un santo o una aparición de la Virgen te ayuda, úsala. Si no, sé respetuoso con ella pero no hace falta que te la creas.


¿Existe el infierno?

Sí, el infierno existe, aunque últimamente no se hable de él.  Es más, nunca se ha dudado de su existencia.  No ha hecho falta un concilio ni una declaración dogmática de la cuestión pues Jesucristo mismo dejó claro en los Evangelios que Satanás, y el infierno donde mora, son reales.

Pero si queremos formalizar su existencia podemos usar tres vías: las Sagradas Escrituras, las declaraciones de los santos y las apariciones de la Virgen y Jesucristo.

Empecemos por los Evangelios.  Están plagadas de referencias a Satanás y al infierno.  Tenemos el relato del Juicio Final (Mt 25, 31-46): “Entonces dirá a los que estén a la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»”.  Justo antes está la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30) que acaba “En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas de afuera: allí habrá llanto y rechinar de dientes”.  Y hay muchos más, como el del rico Epulón y el pobre Lázaro (Lc 16, 19-31), la parábola de los invitados a las bodas (Mt 22, 1-14) la de las vírgenes necias y prudentes (Mt 25, 1-13).  En otros lugares se menciona a Satanás sin referencia directa al infierno, como por ejemplo en la parábola del sembrador (Mc 4, 1-20): “Los que están junto al camino donde se siembra la palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.” La existencia de Satanás implica la existencia del infierno.

El infierno y Satanás aparece abundantemente en los Evangelios.   He oído decir que aparece incluso más que el cielo.  No me parece descabellado, aunque no lo he comprobado. 

Sigamos con los testimonios de los santos.  No he visto ningún escrito de ningún santo en el que se diga que todo el mundo se salva.  En cambio hay muchísimos hablando de la condenación.  Podemos empezar con esta cita de Sto. Tomás de Aquino que cita a los Padres de la Iglesia S. Gregorio y S. Agustín:
“Del fuego con que serán atormentados los cuerpos de los condenados después de la resurrección es preciso decir que es corpóreo porque al cuerpo no puede adaptarse convenientemente la pena, si no es corpórea.  Por lo cual San Gregorio prueba que el fuego del infierno es corpóreo por lo mismo que los réprobos después de la resurrección serán arrojados en él.  También San Agustín, manifiestamente confiesa que aquel fuego con que serán atormentados los cuerpos es corpóreo.”
Para más detalles de lo escrito por Sto. Tomás os aconsejo escuchar el episodio del podcast (en inglés) de Pints with Aquinas (traducible como «De vinos con Aquino») sobre el tema. 

Y Sto.  Tomás no es el único santo que habla del infierno.  Así, de memoria, recuerdo cosas de S. Juan María Vianney, Sta.  Teresa de Jesús, Sta.  Margarita María de Alacoque, S. Alfonso María de Ligorio, S. Luis Gonzaga, S. Juan Bosco, S. Pío X, Sta.  Faustina Kowalska… Si Sto.  Tomás, uno de los más grandes intelectos que jamás ha habido, opina que la condenación es posible, yo no necesito más.

Y acabemos con las visiones y apariciones.  En las apariciones de la Virgen una y otra vez habla de los condenados al infierno.  Por ejemplo recuerdo que en una de las de Fátima dijo que muchas almas acababan en el infierno porque nadie rezaba por ellas.  San Juan Bosco relata un terrorífico sueño en el que llegó a las puertas del infierno.  Probablemente fue más que un sueño: le obligaron a tocar una de las paredes del infierno y al despertar tenía la mano quemada.  Sta.  Faustina Kowalska tuvo una visión a finales de octubre de 1936 que descrició en su diario (segundo cuaderno, número 741) y en el que dice “Escribo esto por orden de Dios, para que ningún alma se justifique diciendo que el infierno no existe, o que nadie ha estado nunca y que nadie sabe cómo es”.

Vemos que tanto por las mismas palabras de Jesucristo, como por las enseñanzas de los santos, que han vivido bien cercanos al espíritu de Dios, como por las visiones y revelaciones, no se puede dudar de la existencia del demonio y del infierno.

¿Pero además de Satanás y sus huestes, hay alguien en el infierno?  Es decir, es posible la condenación de nuestras almas al martirio eterno?  ¿Puede permitir eso un Dios misericordioso?  Es lo que trataremos en la segunda parte.

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