CS Lewis es popular sobre todo por su serie Las Crónicas de Narnia, pero la parte principal de su obra son sus libros de apologética cristiana. El había sido ateo, pero con las influencias de su colega en la U. de Oxford JRR Tolkien y de GK Chesterton, ambos católicos, fue acercándose a Dios y acabó siendo Anglicano. Tanto Tolkien como Chesterton sintieron mucho que no diera un paso más y llegara al Catolicismo. Escribió muchas obras de apologética cristiana. Procuraba centrarse en lo que los cristianos tenemos en común y alejarse de lo que nos divide. Y de ahí surge el título de una de sus obras más conocidas: Mero Cristianismo (Mere Christianity), es decir, hablar de lo que es el cristianismo común, el cristianismo sin etiquetas.
Este libro parte de una serie de programas que dio en la BBC durante la Segunda Guerra Mundial. Reescribió sus charlas y las convirtió en un libro. Al provenir de programas de radio, está dirigido al público general, no a especialistas o aficionados a la teología, y usa un lenguaje llano muy fácil de entender. Además, está escrito con la sencillez del que entiende profundamente del tema. Es un gran libro.
He estado releyéndolo estos días y en un par de sitios habla de las sutiles estrategias del diablo para engañar a los creyentes y llevarles hacia su terreno. Aquí sólo lo toca de pasada, pero escribió un libro entero de este tema: Cartas de un Diablo a su Sobrino (The Screwtape Letters). Es otro gran libro que recomiendo leer.
El diablo es sutil. No te dice “Ese te ha quitado el aparcamiento. ¡Atropéllale!” porque sabe que no lo vas a hacer. No. Te va engañando, normalmente haciéndote creer que estás haciendo un bien cuando, en realidad, estás cayendo en sus redes. No olvidemos que Satanás es el Padre de la Mentira. Veamos los dos ejemplos que nos pone Lewis.
El primero lo encontramos en el capítulo “El gran pecado”, que trata de la soberbia. En él explica cómo la soberbia es el pecado principal y cómo otros vicios suelen estar alimentados por la soberbia. Estos otros vicios menores, como la avaricia o la lujuria, provienen de nuestra naturaleza animal, mientras que la soberbia es puramente espiritual. Por eso una táctica del diablo es utilizar la soberbia, el pecado mayor, para amortiguar estos vicios más simples. Lewis concluye:
“El diablo se ríe. Está perfectamente satisfecho de verte casto y valiente y controlando tu ira siempre y cuando, al mismo tiempo, está instalando en ti la Dictadura de la Soberbia –del mismo modo que estaría contento de ver cómo te curabas de tus sabañones si se le permitía a cambio darte cáncer. Pues la Soberbia es cáncer espiritual: se come la posibilidad misma de amor o satisfacción o incluso del sentido común.”
Nótese que es el peligro del que Jesús nos advierte en la parábola del publicano: el fariseo ayunaba y oraba y daba el diezmo, pero eso no le justificaba, pues lo hacía para no ser como el publicano. El diablo nos ayuda encantado a conseguir un bien, si el resultado es hacernos caer en un mal mayor.
El segundo ejemplo está hacia el final del libro en el capítulo titulado “Dos notas”. En él explica cómo los cristianos somos como un organismo, todos juntos con un mismo fin, pero cada uno es un órgano, con sus ideas y talentos propios. Y nos advierte que si nos olvidamos de que nuestros prójimos pertenecen al mismo organismo que nosotros caemos en el error del individualismo, mientras que si nos olvidamos que son órganos distintos que nosotros, si queremos suprimir las diferencias para ser todos iguales, caemos en el error de totalitarismo. Pero los cristianos no debemos ser ni individualistas, ni totalitarios. Y concluye:
“Siento un fuerte deseo de decirte –y supongo que tú sientes un fuerte deseo de decirme– cuál de estos dos errores es el peor. Eso es el diablo, entrando en nosotros. Siempre manda los errores al mundo por parejas –parejas opuestas–. Y siempre nos anima a que dediquemos mucho tiempo a pensar cuál es el peor. ¿Ves por qué? Confía en que tu gran antipatía por uno de los errores te lleve gradualmente hacia el opuesto. Pero no debemos dejarnos engañar. Debemos mantener nuestros ojos fijos en la meta y pasar rectos entre los dos errores.”
Y este tipo de actuación del diablo es muy fuerte en estos momentos. Es el caso de los errores del tradicionalismo y el modernismo: que si la Misa Tridentina o la Novus Ordo; que si el Vaticano II es inválido o que si permite olvidarnos de todos los concilios anteriores; que si la evangelización tradicional o la Nueva Evangelización. No hemos de dejarnos arrastrar por ninguno de estos dos errores.
En resumen, hay que tener los ojos fijos en el bien, en Dios, y vencer el mal a base de hacer el bien. En cambio, si nos fijamos en el mal y lo que buscamos es evitarlo, sin buscar el bien, el diablo muy contento nos ayudará a salir de nuestros pequeños vicios y errores para empujarnos hacia otros mucho peores. Si nos obsesionamos con el mal, estamos haciéndole el caldo gordo al diablo.
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