En estos últimos días hemos tenido la intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe indicando que la Iglesia no puede bendecir la unión entre homosexuales, pues Dios no puede bendecir algo que siempre ha sido, es y siempre será, un pecado grave. Algunos, como el Padre Jorge González Guadalix, ha comentado que la nota de la Congregación no ha hecho más que detallar lo que es evidente. Pero ha habido airadas reacciones, como la de Mons. Johan Bonny, obispo de Amberes, diciendo que se siente avergonzado de la Iglesia, o la de un grupo de sacerdotes alemanes y austríacos, indicando que lo van a seguir haciendo.
Yo no entiendo estas dos reacciones. No entiendo la de Mons. Bonny, pues parece que cree que el Magisterio de la Iglesia es algo que puede modificarse según el sentimiento de la sociedad. Y no entiendo la de los sacerdotes alemanes pues parece que creen que pueden forzar a Dios a bendecir una unión porque a ellos les parece bien. Yo no soy teólogo y quizá esté muy equivocado, pero lo veo clarísimo.
Dios quiere el bien del hombre y las Leyes de Dios son las que nos llevan a la vida. El hombre de hace 2000 años es el mismo que el de ahora, su cuerpo es el mismo, su cerebro es el mismo, sus ansias son las mismas, sus instintos son los mismos. Por lo tanto lo que era bueno, lo que le llevaba a la vida, hace 2000 años es lo mismo que lo que le lleva a la vida ahora. En cambio, la sociedad es un conjunto de hombres y como tal no busca nuestro bien y nuestra vida. Basta leer un poco de historia: la sociedad ha fomentado corrupciones, concupiscencias, desenfrenos, muerte, esclavitud. Si la sociedad ha cambiado y te empuja hacia objetivos distintos a los que Dios te ha puesto a través de las Escrituras, la Tradición y el Magisterio, ¿cómo vas a seguir a la sociedad?
Y después está la enorme soberbia de aquellos que creen que todos los anteriores a ellos, todos los santos, todos los Doctores de la Iglesia, estaban equivocados. Durante 2000 años estaban todos ciegos, y no entendían de moral, de las necesidades humanas, del bien y del pecado. Parece que piensan “Menos mal que hemos llegado nosotros, que por fin vemos las cosas con claridad divina”. Tanta estupidez me abruma.
Y después los sacerdotes alemanes y austriacos, que al menos hay que alabarles la honestidad de decir las cosas públicas y claras. Dicen que van a seguir bendiciendo estas uniones homosexuales. Pueden seguir diciendo las palabras y haciendo los gestos y siguiendo los ritos, ¿pero se creen que Dios va a bendecir el pecado? ¿Qué Dios va a hacer lo que ellos le ordenen? Se bendice para conseguir una gracia de Dios, un bien. ¿No ven que no van a conseguir bien alguno, que la pobre pareja no va a conseguir ninguna gracia sobrenatural, sino todo lo contrario, que él y ellos van a dar un gran paso hacia la condenación de sus almas?
¿Cómo no lo ven?
La única explicación que se me ocurre es que no tienen ningún sentido de los sobrenatural y lo sagrado, que la misión de la Iglesia es puramente temporal. No hay gracia de Dios, quizá no ni siquiera crean que existe el alma. Así, la bendición no es más que un signo mundano para que los sujetos se sientan bien y para señalar a “la sociedad” que la institución (en minúscula), aprueba de su compromiso y forma de vida y les desea parabienes. No sé si creen que Dios existe, o si sólo creen que está muy lejos y no interviene en las cosas de la tierra. No me extrañaría que en el fondo consideraran a Cristo simplemente como un guía espiritual, un filósofo y buen hombre. Desde luego actúan como si así fuera.
Y también queda patente que la mala catequesis, que ha dado lugar a un bochornoso desconocimiento de los fundamentos de la Doctrina Católica, no es algo que sufren sólo los laicos. Muchos sacerdotes y obispos parecen desconocer –o despreciar– lo más básico del Catecismo de la Iglesia Católica.
Lo único que se me ocurre es pedir que roguemos por el Papa y la Iglesia. Como dice la epístola de Santiago, “mucho puede la oración intensa del justo”. A mí no se me puede considerar justo, pero mi oración intensa, que no falte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario